domingo, 10 de enero de 2010

Inasequibles a la grandeza

Mauricio Macri ha descubierto la justicia.
El que quiera entender esto que lo intente.
De un tiempo a esta parte ha convertido a su Sinaí personal en un sube y baja y cada vez que desciende viene con nuevas interpretaciones de hechos y quereres y a veces con algún que otro navajazo en la espalda de quien ose creer en su palabra. Su asesor de imagen, que no Dios, le ha escrito unas tablas donde palabras más, palabras menos, le dice que no se meta en este tema de la amnistía porque ya no es una brasa sino una zarza ardiente y que la cosa no está para revolcarse en ella; que seguramente Diego Guelar cuando lo dijo estaba inmerso en un climaterio insondable y que los presos, presos están, y al fin y al cabo las encuestas no premian a quien se preocupa hoy en día por setecientos u ochocientos veteranos recluidos en penales federales. Mauricio Macri y su pandilla, que ganaron sus votos con un discurso de unión y futuro tiembla, al igual que cualquier político lameculos, frente al anatema de una arpía de cabeza empañolada con chapa de abuela o madre.

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