domingo, 23 de mayo de 2010

LAS AUSENCIAS DE LA REINA KRISTINA

Como persona “culta” que es, nuestra Presidente (sin “a”) sabe, como decían los antiguos que “del exilio se puede volver, pero del ridículo no”; por eso no fue al desfile histórico-militar, ni concurrirá al Teatro Colón. El ridículo “tan temido” es el abucheo del público. Su clara perspicacia y sentido de la realidad (en este caso) quedó demostrada durante la ceremonia de cambio de guardia del Regimiento de Patricios en el Cabildo.
Presidió ese acto el Secretario de Cultura de la Presidencia de la Nación, Jorge Coscia, (otro “culto”, pero poco piola). Al finalizar sus palabras tuvo la feliz idea de dejar un saludo de Cristina. Fue entonces que el inmenso público que participaba de la ceremonia militar (cubría la mitad de la Plaza de Mayo hasta el Cabildo) comenzó en forma irrespetuosa, ostensible y audaz a chiflar y abuchear al escuchar el nombre de nuestra mandataria.
En cuanto a no presidir el desfile militar, y más allá que como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas no era importante su presencia (¿o sí?), no se debió, como sostuvo el heraldo de Su Graciosa Majestad (que no es lo mismo que simpática), Aníbal Fernández, a que ella había estado en la inauguración de las festividades mayas la noche anterior, durante la cual nos deleitamos con el patriótico cumpleaños número cuarenta del rock nacional, y en que la susodicha se sintió a sus anchas ante un público y artistas “progres” que invitaban a saltar, so pena de ser acusado de militar.
Tampoco fue, como sostienen otros irrespetuosos, que pretenden ser graciosos u ocurrentes, por la cuarentena a raíz de la epidemia equina. De hecho desfilaron cuerpos montados. Fue nada más porque difícilmente el pueblo que vitoreó entusiastamente el paso de nuestros soldados, iba a aplaudir la presencia y la correspondiente revista de tropas de la presidente. El miedo al ridículo es terrible en nuestro país, no así cuando viaja al exterior.
En cuanto al Teatro Colón, su negativa a concurrir a la función de gala no es por el motivo aducido (los comentarios poco corteses del jefe de gobierno). Este es un pretexto. La causa real, según fuentes del mismo Gobierno de Buenos Aires, es porque Macri solamente ofreció a la Presidencia doscientas entradas, y no mil como pretendía, de manera de estar balanceada la cantidad de público opositor y oficialista, y ante una altamente probable abucheada y chiflidos de diferentes tonos, como ocurrió hoy en el Cabildo. Mil entradas era el arsenal necesario para poder neutralizar el enojo “golpista y destituyente” con el clamor kirchnerista nacional y popular. Si Macri concedía las mil o más butacas solicitadas hubiera sido interesante verlo a D´Elía, Milagro Sala, Fernando Esteche y otros disfrutar de esa velada. Pues bien, otro aniversario será.
Mientras tanto, espero que el temor al ridículo de CK lo pierda, o se le pase... así no vuelve más…

Por Lic. Jorge P. Mones Ruiz

jorgemonesruiz@yahoo.com.ar

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