lunes, 17 de enero de 2011

LA INFLACIÓN Y LA INSOLVENCIA FISCAL

El INDEC informó que la tasa de inflación oficial en el año 2010 fue del 10,9%. Las mediciones privadas ubican a la verdadera inflación en el orden del 25% a 30%. Llega al nivel de la ironía que, aún con la manipulación oficial, la inflación en Argentina es de las más altas de la región. 
El gasto público total del sector público nacional alcanzó los $382 mil millones.  Los ingresos totales ascienden a $390 mil millones de manera que se llega a un resultado financiero positivo de aproximadamente $8 mil millones.
 Sin embargo, dentro de los ingresos totales se contabilizan $25 mil millones que en su mayor parte son transferencias del Banco Central y la ANSES por las rentabilidades obtenidas sobre las reservas y los ahorros previsionales estatizados.
De la simple observación de estos datos surge que los $8 mil millones de resultado financiero positivo (que es lo que se anuncia como “superávit fiscal” y que algunos analistas consideran un signo de fortaleza), una vez que se descuenta la rentabilidad del Banco Central y la ANSES se convierte en un déficit de $17 mil millones. Es decir que, sin estas transferencias, habría un importante déficit fiscal.
En el objetivo de “maquillar” las cuentas públicas, la inflación es una “bendición” . Sin esfuerzos y de manera automática, aumentan nominalmente los recursos públicos. Esto permite diluir el manejo no responsable del gasto público, como los injustificables subsidios a empresas públicas y privadas, las jubilaciones otorgadas sin aportes a gente de altos ingresos ó el nombramiento masivo de empleados públicos innecesarios. La contrapartida es que la inflación es una “maldición” para la población. Por un lado, porque es funcional a la demagogia de anuncios de aumentos rimbombantes de salarios, jubilaciones y prestaciones sociales (como la asignación por hijo) que nunca llegan al bolsillo de la gente porque son erosionados por el aumento de los precios. Por el otro, porque mientras el sector público dilapida recursos en burocracia, clientelismo y corrupción, la Argentina es el país de la región que menos avances logra en sus indicadores sociales.
Fuente: IDESA

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