El elector no siente que el político está asignándole un dinero que previamente le ha extraído del bolsillo, y todavía le resulta mucho menos alarmante la noticia de que se ha contraído una deuda que alguien tendrá que pagar algún día.
Por Carlos Alberto Montaner
Fuente: El Diario exterior
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lunes, 30 de mayo de 2011
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