martes, 13 de septiembre de 2011

La masacre que los medios callan

En la esquina de Rawson y Junin, de la Ciudad de Rosario, se llevó a cabo el acto recordatorio del cruento atentado terrorista llevado a cabo por la organización Montoneros.
Los medios masivos de comunicación social no lo referenciaron en sus efemérides, ni informaron sobre el acto. Acto al que  negaron su asistencia, las autoridades políticas. 
 Un domingo a la tarde. Un 12 de setiembre, pero de 1976, en pleno auge del terrorismo en la Argentina. Un colectivo policial en el que regresa un grupo de agentes policiales después de haber prestado servicio en el clásico rosarino. Unos dormitan, otros comentan el partido, este comenta del hijo enfermo, aquel del embarazo de su esposa, el mujeriego sobre su última conquista. Algunos comentan sobre la subversión. Son jóvenes. No son represores. Tampoco tienen participación en la investigación y lucha antisubversiva. Son un “cacho” de PUEBLO que en procura de un sueldo seguro ingresaron a la repartición.
De pronto... la explosión… Un coche bomba accionado por control remoto explota, sembrando dolor y muerte.
Los Montoneros, una organización terrorista subversiva intentaba cambiar nuestra celeste y blanca por un trapo rojo. Para eso teñían nuestra enseña patria con sangre de inocentes. En este atentado, murieron nueve policías y hubo más de doce heridos, algunos, mutilados de por vida. El atentado era contra ellos por el solo hecho de vestir el uniforme policial. Pero también hubo “víctimas colaterales” como les gusta decir a estos asesinos para justificar la muerte de personas ajenas a sus intenciones criminales. A raíz del atentado murieron una ama de casa y un fotógrafo.


Hoy, estos asesinos y sus cómplices, están en distintos cargos del gobierno nacional, provincial o municipal. Muchos de ellos electos por el voto popular.
Hace dos mil años, un pueblo de la antigua Palestina fue llamado a elegir y el clamor popular exigió la liberación de otro subversivo, famoso por ser rebelde contra el orden establecido. Barrabás. Barrabás que estaba preso por homicidio y robo. Fueron los principales sacerdotes judíos y los ancianos que persuadieron a la multitud para que pidiera a Barrabás y condenaran a un inocente. Entonces se cumplió la voluntad popular.
Hoy, hemos sido persuadidos, no por los principales sacerdotes judíos y los ancianos. Hemos sido persuadidos por el canto de sirenas que nos hacen escuchar políticos inescrupulosos. Y olvidando al inocente, preferimos al ladrón y al homicida. Por ese motivo están en el gobierno. Carlos Kunkel, Horacio Verbitsky, Luis Duhalde, Nilda Garré y tantos otros, además de Rafael Bielsa, que fue uno de los que hizo las tareas de inteligencia para que se consumara este atentado.
Cuenta la leyenda que Ulises, fecundo en ardides, cuando se iban acercando a la isla temida del Mediterráneo donde habitaban las sirenas, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al escuchar los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas.
Hagamos como Ulises, escuchemos su canto pero no nos dejemos atrapar y así llevaremos nuevamente al fracaso a quienes ya fueron derrotados en el campo 
militar.
Ojalá en este octubre y en cada una de las elecciones en que nos toque participar, no votemos por la liberación de Barrabás. Que Dios nos ilumine y nos permita seguir acompañando al inocente y nos de fuerza y coraje para seguir luchando por Dios y por la Patria.
Orlando Agustín Gauna

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