viernes, 21 de junio de 2013

Dr. Eugenio Zaffaroni, carta para usted...

Tal vez Ud. Dr. Zaf­fa­roni, ocu­pado como segu­ra­mente debe estar, cum­pliendo tan impor­tan­tes fun­cio­nes en el máximo Tri­bu­nal de Jus­ti­cia de la Nación, no se habrá ente­rado de lo que últi­ma­mente sucede en nues­tra Patria fuera de los muros del Pala­cio de Justicia.


Pero le pedi­ría que se tome la moles­tia de infor­marse y luego, si su con­cien­cia se lo per­mite, medite al respecto.
Claro que no coin­ci­di­ría­mos en la visión, dado que for­ma­mos parte de mun­dos abso­lu­ta­mente opues­tos. Yo soy un anó­nimo ciu­da­dano que a los 70 años lleva medio siglo tra­ba­jando y que ha for­mado una fami­lia como Dios y la natu­ra­leza man­dan, este año cum­pliré 45 años de matri­mo­nio, tengo dos hijas, el varón que hoy cum­pli­ría 43 años está en el cielo, y tres nie­tos que ale­gran nues­tros días y com­ple­tan la fami­lia.
Tam­poco cul­tivo marihuana en mi bal­cón, ni lo haré cuando Ud. logre des­pe­na­li­zar su ingesta, tenen­cia y libre venta, otro rasgo que nos dife­ren­cia, y ni hablar de nive­les inte­lec­tua­les. No podría ni inten­tar hacer com­pa­ra­ción alguna; sus per­ga­mi­nos son abru­ma­do­res y yo ape­nas se leer y escribir.
Pero hay muchas otras dife­ren­cias que nos sepa­ran, yo por ejem­plo no tengo novio, menos aún depar­ta­men­tos para alqui­lar como pros­tí­bu­los per­mi­tiendo así la trata, rufia­ne­ría, pro­xe­ne­tismo y pros­ti­tu­ción. Y mire Ud., en mi igno­ran­cia, supo­nía yo que un Juez en lo Cri­mi­nal debe­ría com­ba­tir estas acti­vi­da­des y no alen­tar­las mirando para otro lado y min­tiendo, al borde del llanto, un inexis­tente des­co­no­ci­miento de los leno­ci­nios vigen­tes en sus propiedades.

Y son muchas más mis igno­ran­cias e incom­pren­sio­nes. En mi paso por la Facul­tad de Dere­cho de la Uni­ver­si­dad del Sal­va­dor, tuve el honor de ser alumno del Dr. Don Car­los Fon­tán Bales­tra, él y sus dig­nos adjun­tos como el Dr. Jaime L. Smart – hoy encar­ce­lado por haber sido, al igual que Ud., fun­cio­na­rio del pro­ceso – por citar alguno, nos ense­ña­ron las teo­rías del Dere­cho Penal y las dis­tin­tas escue­las cri­mi­na­lís­ti­cas en magis­tra­les e inol­vi­da­bles clases.
Y le puedo ase­gu­rar que nin­guno de ellos nos insi­nuó siquiera que un delin­cuente era, en reali­dad, una víc­tima de la socie­dad. Por el con­tra­rio, ellos sos­te­nían que los delin­cuen­tes debían ser lle­va­dos a jui­cio res­pe­tando sus dere­chos, pero que ante la com­pro­ba­ción feha­ciente del hecho impu­tado, debían pur­gar su cri­men y acep­tar su con­dena. Menos aún supo­ner, como Ud. hizo siendo Juez del cri­men, que un psi­có­pata que obliga a una cria­tura a prac­ti­carle sexo oral no come­tía el delito de vio­la­ción y que por haber tenido la “deli­ca­deza” de apa­gar la luz mien­tras some­tía a su inde­fensa víc­tima mere­cía una reduc­ción de la pena. Con tales fun­da­men­tos, supongo que si el per­verso le hubiera rega­lado un chu­pe­tín luego de su felo­nía, Ud. lo habría sobre­seído.
Nada de eso nos enseñaron.
¿Se habrán olvidado?
Por otra parte, aun­que lo hubie­ran expli­cado, no habría­mos com­pren­dido ni acep­tado seme­jante mama­rra­cho. Un cri­mi­nal es alguien a quien la socie­dad, a tra­vés del repre­sen­tante de la “vin­dicta pública” lo debe poner a dis­po­si­ción de la jus­ti­cia y si su acción es típica, cul­pa­ble y pro­bada debe recaer sobre él la con­dena y por supuesto que la debe cumplir.
Ya sé que Ud. piensa todo lo con­tra­rio, pero ¿Sabe qué? Hace años que vemos a los delin­cuen­tes en gene­ral y los vio­la­do­res en par­ti­cu­lar, gra­cias a su pro­gre­sista pen­sa­miento, que­dar libres de inme­diato por su “buena con­ducta” y por haber pedido per­dón por su falta jurando eterno arre­pen­ti­miento. Y esto pese a estar pro­bado que un vio­la­dor no se rege­nera sin una estricta tera­pia y ais­la­miento abso­luto y aún así no es seguro el resul­tado. Y ¿Sabe qué? A las 48 horas come­ten otro cri­men sea vio­la­ción, sea homi­ci­dio… y en reali­dad son suje­tos que ten­drían que haber estado encar­ce­la­dos hasta pagar su deuda con la sociedad.
Y ahora viene Ud. a decirme que, por el con­tra­rio, somos noso­tros, los ciu­da­da­nos hones­tos, los que le debe­mos pedir per­dón a los cri­mi­na­les, que somos quie­nes los vic­ti­mi­za­mos y obli­ga­mos a ele­gir el camino del cri­men como única opción.
¿Ud. está seguro de lo que dice?
Por­que, aun­que es sabido que el estado de cri­sis social y cul­tu­ral que atra­viesa peno­sa­mente nues­tra patria se genera en una amplia varie­dad de fac­to­res, su filo­so­fía cri­mi­nal es uno de tales fac­to­res y muy impor­tante. Claro que tam­bién influye nega­ti­va­mente el hecho de tener millo­nes de desocu­pa­dos que no nece­si­tan tra­ba­jar por­que son man­te­ni­dos mediante sub­si­dios paga­dos con los dine­ros públi­cos gene­ra­dos por quie­nes tra­ba­ja­mos y paga­mos impues­tos. Y esa colo­nia de “vagos mal entre­te­ni­dos” cae en lo que nues­tros abue­los cali­fi­ca­ban como la “madre de todos los vicios” que es el ocio.
Y el gobierno nacio­nal que cola­bora entu­sias­ta­mente libe­rando las fron­te­ras donde ya no hay rada­res ni gen­dar­mes, faci­li­tando ex pro­feso que la droga se ins­tale en esa juven­tud que no estu­dia ni tra­baja y cuya única obli­ga­ción con­siste en ir a aplau­dir dis­cur­sos que no com­prende. Y la con­se­cuen­cia está a la vista Dr. Zaf­fa­roni, los ase­si­na­tos, secues­tros, vio­la­cio­nes ya no son noti­cia, pero no por­que no suce­dan estos crí­me­nes, sino por­que ya satu­ran y deja­ron de ser novedad.
A esa triste reali­dad hemos lle­gado, y Ud. con su Teo­ría Nega­tiva o Agnós­tica de la Pena me quiere hacer creer que los cri­mi­na­les son víc­ti­mas de la socie­dad. Y no lo creo, pese a que su ama­ñado len­guaje así lo pre­tenda pro­bar: “todos los incon­ve­nien­tes de las teo­rías posi­ti­vas se elu­den si se adopta un cri­te­rio de cons­truc­ción Teleo­ló­gica que tenga por meta la pro­tec­ción de los bie­nes Jurí­di­cos (Segu­ri­dad Jurí­dica) pero en lugar de caer en la ilu­sión que pro­tege a la vic­tima de las demás, asume el com­pro­miso real de pro­te­ger los que son efec­ti­va­mente ame­na­za­dos por el cre­ci­miento incon­tro­lado del poder puni­tivo”. ZAF­FA­RONI EUGE­NIO RAUL –ALA­GIA ALEJANDRO-SLOKAR ALE­JAN­DRO “Dere­cho Penal Parte Gene­ral” Edi­to­rial Ediar Bue­nos Aires 2000 pag 35
Por res­peto a los lec­to­res no incluiré lo que pienso de una per­sona como Ud. pero deduzco que lo ima­gina per­fec­ta­mente. Ud. no merece el menor res­peto de los ciu­da­da­nos hones­tos. Segu­ra­mente los cri­mi­na­les lo ado­ran y lo vene­ran por haber­los ele­vado a la cate­go­ría de víc­ti­mas y con­de­nar­nos al resto de la socie­dad como sus vic­ti­ma­rios. Pero Ud. y yo bien sabe­mos que se trata de una fala­cia que en algún rin­cón pútrido de su espí­ritu se ha gene­rado por alguna mis­te­riosa y per­versa malformación.
Final­mente, Dr. Zaf­fa­roni: ¿Duerme Ud. plá­ci­da­mente cada noche? ¿No le per­turba su con­cien­cia cada mañana ente­rarse de un nuevo cri­men que se podría haber evi­tado sim­ple­mente haciendo cum­plir las con­de­nas en vez de libe­rar peli­gro­sos delincuentes?
¿Nada de eso le preocupa?
Ud. me causa pena y espanto.


Juan Manuel Otero

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