viernes, 2 de agosto de 2013

Presos. Los unos y los otros.

Shiva Narada Benítez Díaz de 30 años de edad, de nacionalidad boliviana, desde hace cinco años cumplía prisión en la cárcel de Devoto por secuestros y robos. 
Aún le restaban 10 años para cumplir su condena. Por otros hechos de la misma envergadura, había logrado salir absuelto. 
A pesar de su peligrosidad y probabilidades de reincidencia, gozaba de permiso para concurrir a la Facultad a estudiar. 
El 28 de junio último, entre el bullicio juvenil de los estudiantes, “desapareció” y desde entonces, este joven delincuente anda suelto para aumentar aun mas nuestra inseguridad. 
Pero no es el único. 
El Vatayón Militante fomenta las “salidas culturales” de peligrosos delincuentes. Otros, con salidas transitorias “no vuelven más”. 
Jueces garantistas conceden ligeramente excarcelaciones a temibles delincuentes con “fondosos prontuarios” que en la mayoría de los casos, vuelven a reincidir. 
El delincuente absuelto en el “Caso Piparo”, a las pocas semanas fue capturado en otro hecho delictuoso. 
Marcelo Pablo Diaz, convicto por violación, gozaba de salidas transitorias cuando intentó violar y asesinó a la joven Soledad Bargna.
Todos ellos, además de haberse comprobado sus conductas delictivas, en libertad, constituyen un grave peligro para la sociedad. Cualquiera de nosotros puede volver a ser víctima de su accionar delictivo. 
Pero de ellos no se difunden sus fotografías, para que podamos reconocerlos y denunciarlos. 
Tampoco se ofrecen recompensas para que hasta sus propios cómplices los entreguen. 
Pero a otros presos, imputados de los llamados delitos de “lesa humanidad”, no se les permite ni la debida atención médica en centros de salud adecuados por temor a un peligro de fuga. Y producida la fuga de dos de ellos, se ofrece una recompensa de $ 2.000.000 por datos que sirvan para su captura y sus fotos se difunden como en el lejano Oeste. 
Cualquier ser racional, sabe que estos prófugos no significan ningún peligro para la sociedad, que además de lo avanzado de su edad, hoy carecen del uso de la estructura del poder del Estado, del que pudieron haberse valido para cometer los delitos que se le imputan. 
Pero el gobierno, en su afán de venganza y no de justicia, agota todos los recursos para que quienes combatieran al terrorismo, con medios lícitos o no, mueran en la cárcel. 
El resto de los delincuentes, no es preocupación del gobierno.
Y a la justicia tampoco le interesa el rápido esclarecimiento de los casos de corrupción, ni el estado de indefensión de los ciudadanos. 

Orlando Agustín Gauna Bracamonte

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