miércoles, 7 de agosto de 2013

Rosario. Muerte por dolo o negligencia.

El martes 6 de agosto, a media mañana, la Ciudad de Rosario se vio sacudida por una fuerte explosión. 
Tras el estruendo, sangre y muerte. 
El suceso se produjo en calle Salta 2141 de la Chicago argentina. 
Fue por negligencia o impericia que se provocó un gran escape de gas, origen de la explosión y el fuego. 
Los números fríos, esos que sirven para las estadísticas, hablan a 24 horas del hecho, de 10 muertos, 11 desaparecidos y numerosos heridos. 
La Presidente de la Nación, que no abandonó su descanso en el Calafate cuando ocurrió la tragedia de Once, ahora, a pocas horas de los comicios, no podía estar ausente. 
Y como no podía ser de otra manera, recibió algunos aplausos y muchos silbidos e insultos. Hasta se vio volar una botella. 

Muchos definen el hecho como la mayor tragedia de la historia de Rosario. 
Gente de poca memoria. 
Parece que nadie recuerda otra tragedia de similar magnitud, que no ocurrió ni por negligencia ni por impericia. 
Fue un hecho que se produjo con premeditación y alevosía. En las tareas previas, participaron de la inteligencia y planeamiento, entre otros, Rafael Bielsa. 

Según Carlos Kunkel, aquellos que ponen bombas son técnicos en explosivos” pero no personas que realicen actos de terrorismo. 
Pues bien, unos “técnicos en explosivos” prepararon e hicieron estallar una bomba instalada en el interior de un automóvil Citroën 2CV estacionado en Junín y Rawson, a la altura de donde hoy está ubicado el Shopping Alto Rosario. 
El atentado fue el 12 de septiembre de 1976. 
Los fríos números, en este caso, hablan de nueve agentes policiales muertos, además de un matrimonio que circunstancialmente pasaba por el lugar en otro automóvil. También resultaron numerosos heridos, algunos con lesiones irreversibles. 
Pero de esta tragedia ocurrida en la ciudad de Rosario, por la acción premeditada y alevosa de criminales de la banda terrorista Montoneros, no se quiere hablar, inclusive, sus cómplices y “simpatizantes” se niegan a que este cruento atentado sea calificado de “lesa humanidad”. 

Estos desean la impunidad y el olvido. 
Por este hecho, los organismos de derechos humanos no claman por MEMORIA Y JUSTICIA.

Orlando Agustín Gauna Bracamonte

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