miércoles, 6 de noviembre de 2013

Monumento a las victimas del terrorismo de Estado

¿Por qué aparecen en el listado de miles de “víctimas” del Monumento, decenas de personas que murieron antes de 1976? 
La explicación oficial que se le ha dado a esa resignificación del Parque de la Memoria es que no solo homenajea a los desaparecidos durante el gobierno militar, sino a todos los que cayeron años antes “luchando por similares ideales de justicia y libertad”. En consecuencia, figuran numerosos guerrilleros y combatientes revolucionarios que cayeron, con las armas en la mano, tratando de ocupar regimientos militares o de secuestrar y asesinar personas, entre 1973 y 1976, en el curso de un gobierno constitucional. Muchos de ellos eran conocidos míos. Pude recuperar sus rostros, no solo sus nombres, cuando recorría el Monumento. Pero no fueron “víctimas” Eran guerrilleros, o combatientes, o subversivos, o terroristas, pero no “inocentes”, sacados de sus casas por razones incomprensibles. Fueron hombres y mujeres que habían resuelto empuñar el fusil, la pistola o la ametralladora, con la consigna “patria o muerte, venceremos”, a fin de llevar adelante una transformación revolucionaria del país. No eran insignificantes muñecos de papel. Fueron personas que no hubieran querido ser recordadas como “víctimas”, sino como heroicos combatientes. En las catorce hectáreas se ha dispuesto que haya lugar para ellos, pero en cambio no lo hay para otros muertos. La Argentina oficial no recuerda a los otros muertos, como por ejemplo a las hijas del capitán Humberto Viola y del almirante Armando Lambruschini, o a coronel Argentino del Valle Larrabure, asesinados por la guerrilla. No hay en este Monumento a las Victimas nombres de los otros muertos, que no reconoce el actual gobierno argentino. Solo evoca a quienes murieron combatiendo de una parte, aunque hayan caído en acciones de violencia durante el gobierno constitucional de 1973 a 1976. 
Es una perversa manera de recuperar esa historia. Enerva e impresiona la cartelería de señales desarrollada por un llamado Grupo de Arte Callejero, que describe una historia de la Argentina tan partisana, parcial y completamente unilateral que estremece e indigna. Aparecen inculpada en su totalidad, como institución, la Iglesia Católica argentina, como país, los Estados Unidos, y las empresas como clase social. No hay matices, ni descripciones medianamente objetivas. El guión de las señales que se leen hoy parece escrito por quienes hace 40 años se levantaron en armas. Todo el Parque de la Memoria de Costanera norte, y su “Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado” es hoy una gigantesca diatriba, alejada de toda pretensión de neutralidad valorativa, que solo homenajea a los “buenos”. Los otros muertos son los “malos”, gente a la que nadie asesinó y que ni eran argentinos, por lo que no merecen siquiera un recordatorio.

Por Pepe Eliaschev
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