sábado, 19 de septiembre de 2015

Cristina Kirchner y el Papa Francisco

La Presidente de la Nación, Sra. Cristina Fernández de Kirchner, nunca ocultó su escasa simpatía por el Cardenal Jorge Bergoglio. 
Sus homilías sobre la pobreza, el matrimonio entre personas de un mismo sexo, la pelea con el campo y el clima de "crispación", tuvieron respuesta de un oficialismo que no deja pasar las críticas. 
A los tedeum de cada 25 de mayo, la Presidenta, se trasladaba a diócesis más “amigables”; para no escuchar las críticas de un Obispo que oficiaba la misa a apenas cien metros de la Casa Rosada. 
Pero este anciano Cardenal, fue nombrado como la máxima autoridad de la Iglesia Católica, Apostólica Romana; designación que molestó profundamente a la Sra. Presidente. La que al notar el fervor con el que los católicos argentinos celebraban la designación del Papa Francisco, sus intereses personales la obligaron a dar un vuelco de 180º y comenzó a zalamerear a S.S. como forma de congraciarse con los fieles católicos. Ella, que no asistía a los tedeum que oficiaba el Cardenal Bergoglio a 100 metros de la Casa de Gobierno, ahora recorre miles de kilómetros para “visitar” a la misma persona, que simplemente ha cambiado de cargo. De ser Cardenal, ha pasado a ser Papa. 
A pesar de todo, nada ha cambiado. 
El anciano Cardenal, hoy Papa, busca transmitir el mensaje de Cristo por la paz, el diálogo y la reconciliación. 
La Sra. Presidente sigue aferrada al lujo y a todo lo fastuoso. Y también, creyendo en supersticiones, como que no romper el envoltorio de los regalos trae “mala suerte”, sin sentir la más mínima vergüenza de decírselo al mismo Papa. 
Tengo la seguridad que S.S. rezará para que Dios tenga piedad de su alma; mientras ella, en su interior, seguramente lo estará maldiciendo.

Orlando Agustín Gauna

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